Para Ana Villodre
Cuando escribí la crítica a Yo fui actor cuando Franco olvidé una mención importantísima. No sé por qué, ni sé ahora cómo justificarla. Solo sé que olvidé a alguien cuyo trabajo alabé en privado muchas veces y cuya mano era visible en el ensayo duro del actor, en la dirección de arte mimada y cuidada y en la ejecución precisa de los elementos para-escénicos sin los cuáles la magia dramática se desvanece como pompa de jabón inasible.
Olvidé hablar de quien puso alma al alma y tesón al esfuerzo colectivo. Olvidé nombrar a quien con un silencio creador ordenó el orden y se ocupó de los detalles necesarios de la escenografía. Olvidé a la script, olvidé a la mano diestra, olvidé a la ayudante primeriza que maravilló a Juli Leal por su eficacia y por su sentido escénico. Olvidé a la ayudante de dirección, Ana Villodre.
Muchas noches, en el silencio de un café robado a la madrugada, comenté su buen hacer con Juli o con Antonio. Y muchas veces, al interés de una búsqueda personal y particular, alabé su trabajo laborioso, minucioso, preciosista como el de un orfebre que en silencio engarza los rubíes que harán del reloj una pieza de precisión y sin los cuales la medida que la máquina hace del tiempo no sería cabal y su resultado se desajustaría como la voz del movimiento de los labios en una película vieja.
Ana Villodre puso con su eficacia y su mimo y su paciencia inteligente cada rubí allí donde debió ir para que la pieza final, la obra dramática pergeñada por el arte sabio de Juli Leal, tuviera el sentido dramático que tuvo.
Ana demostró que su inteligencia natural y su capacidad de interpretar fiel al maestro están llenas de talento teatral. El camino de la dirección es largo y ella joven. Lleva adelantado su talento templado en un montón de noches largas a la sombra ubérrima y nutritiva de Juli Leal. Y yo olvidé mencionarla en mi crítica y comentario. Aún me pregunto por qué y no sé que respuesta dar. Sirvan estas palabras para subsanar un silencio que deberá vivir donde habite el olvido, donde mueran mis sueños y nazcan mis pesadillas.
Pascua Mejía